Argel, 10 may (EFE).- Decenas de miles de argelinos desbordaron hoy, primer viernes del mes del ayuno o Ramadán, las calles del país en una muestra de que el movimiento popular de protesta está firme y determinado a proseguir hasta la caída total del régimen.
Como los once viernes anteriores, miles de ciudadanos llenaron el centro de Argel y de la mayor parte de las grandes ciudades del país con una reivindicación clara: no a las elecciones y no al actual proceso de transición que defiende y tutela el controvertido jefe del Ejército, Ahmed Gaïd Salah.
El general, que se ha convertido en el hombre fuerte del país, volvió este viernes a ser el centro de las protestas de los congregados, que marcharon en ambiente festivo pese al calor y al rigor de la abstinencia.
Los manifestantes recordaron al militar que él mismo forma parte del régimen corrupto que pretenden derribar y que, aunque aplauden la campaña de manos limpias que ha impulsado, piensan que es parte de una estratagema para tratar de desvincularse del pasado.
La campaña llevó esta semana a la cárcel a Said Bouteflika, el hermano del dimitido presidente, a quien desde la enfermedad del mandatario se considera el poder que movía los hilos de la presidencia en la sombra.
Y a los generales Athmane Tartag y Mohamad Mediane "Tawfik", que durante años estuvieron al frente de los influyentes y temidos servicios de Inteligencia argelinos, y que el caso del último incluso fue considerado el sucesor de Bouteflika.
Junto a ellos también han sido detenidos cuatro grandes empresarios próximos al clan Bouteflika -acusados de corrupción- y la secretaria general del Partido de los Trabajadores, Louise Hanoune, acusada de participar en una supuesta conspiración con el hermano del presidente y los dos generales.
"Todo esto es una pantomima, un engaño para que nos volvamos a casa y os conformemos. Pero el pueblo va a resistir aquí en la calle hasta que logremos nuestros objetivos, que son legítimos", explicó a Efe, Jalid A.B., un funcionario que acudió a la plaza de la Grande Post, en el centro de Argel, con su familia.
"Muchos pensaban que con la llegada del Ramadán los argelinos se iban a quedar en casa. Pues que miren cuantos estamos aquí, esto no es un sacrificio, es una obligación. No nos rendiremos", agregó el hombre entre gritos contra el sistema y flamear continuo de banderas nacionales.
Las protestas arrancaron el pasado 22 de febrero con una primera marcha multitudinaria en Argel en contra de la decisión de Bouteflika, de 82 años, de presentarse a la reelección para un quinto mandato pese a su grave estado de salud.
Las manifestaciones se fueron intensificando y repitiendo desde entonces cada martes y cada viernes hasta que el 2 de abril el mandatario presentó su renuncia, forzado por la protesta popular pero también por la presión de Gaïd Salah, que pidió en público su inhabilitación.
La renuncia no aplacó la determinación del movimiento popular, que desde entonces exige también la renuncia de Gaïd Salah y de las otras dos personas que tutelan el proceso de transición marcado por la constitución. Tanto la del presidente del Senado y jefe del Estado interino, Abdelkader Bensalah, como la del exministro de Interior y actual líder del Gobierno, Noureddin Bedaui, ambos miembros del círculo del presidente.
El proceso debe desembocar en unas elecciones presidenciales ya fijadas para el 4 de julio que defiende el jefe del Ejército, pero a la que se oponen con contumacia los lideres del movimiento popular de protesta.
Éste exige la salida inmediata de todos los miembros del régimen establecido por Bouteflika cuando asumió el poder en 1999 y la creación de un comité de notables y expertos, no salpicados por la corrupción, que elabore un nuevo marco legal y convoque elecciones "verdaderamente libres" en el plazo de un mes.
"Lo hemos dicho una y otra vez y lo vamos a defender siempre. Las elecciones no las van a celebrar los mismos que amañaron las anteriores para que ganara Bouteflika. Deben irse para que el pueblo pueda decidir de verdad", recalcó hoy a Efe uno de los líderes de la movilización. EFE